
A mediados de marzo se paró el deporte en España por culpa del coronavirus. La ACB jugó su último partido el día 8 de ese mes y, a partir de ahí, se enfrentó a un futuro incierto que concluyó con una (bien definida) Fase Final Extraordinaria.
Pasaron más de tres meses para volver a disfrutar del mejor baloncesto de Europa. Tres meses muy largos, llenos de dudas y temores acerca de la reanudación de una competición que en abril parecía que se iba a quedar sin finalizar y sin campeón. Al final, como un rayo de esperanza, se tomó la decisión de jugar unos PlayOff por el título en una sede única (La Fonteta) cumpliendo con toda la normativa sanitaria post-pandemia y sin público.
La idea era sencilla: los 12 primeros clasificados al momento de la suspensión se dividirían en dos grupos de los que saldrían los cuatro semifinalistas que se jugarían el título a partido único. Los favoritos estaban claros: Real Madrid y FC Barcelona, por historia y por plantilla.
Parecía que iba a ser un paseo para los dos grandes de nuestro baloncesto y que llegarían sin mayores problemas a la final, pero el PlayOff se convirtió en todo un espectáculo de partidos igualados, remontadas inolvidables y sorpresas inesperadas. Que acabaron con el R.Madrid eliminado a las primeras de cambio y el FC Barcelona sufriendo como nadie a lo largo de todo el PlayOff “Express” para alcanzar la gran final.
Esa gran final en la que el Baskonia dio la campanada al conseguir ganar su cuarto título ACB ante un Barça que estaba hecho para ganarlo todo esta temporada. Los vascos realizaron un partido muy sólido en defensa y consiguieron la victoria con una canasta en los últimos segundos que hacen que la copa vuele a Vitoria diez años después de la última vez.

Otra de las más gratas sorpresas fue, seguramente, el San Pablo Burgos que consiguió meterse en semifinales como segundo de grupo dejando fuera al que era campeón (R. Madrid) y, además, puso en apuros al FC Barcelona en las propias semis. Y es que, a partido único, puede pasar cualquier cosa, como que el octavo clasificado de la general, el Baskonia, termine jugando (y ganando) la final por el título.
Nos quedamos esperando y deseando que vuelva pronto el mejor baloncesto del mundo (NBA aparte) y, a ser posible, con público lo antes posible, porque, a pesar de ser un grandísimo espectáculo, desluce un poco sin los aficionados jaleando a su equipo.
