
A día de hoy, la importancia del deporte y de la actividad física es indiscutible. La práctica deportiva, de cualquier tipo, no solo comporta mejoras en la salud física de los cuerpos. También se emplea frecuentemente en el tratamiento de enfermedades, así como por motivos preventivos.
Por ello, la OMS recomienda para personas adultas que estas “deben acumular a lo largo de la semana un mínimo de entre 150 y 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada, o bien un mínimo de entre 75 y 150 minutos de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa, o bien una combinación equivalente de actividades de intensidad moderada y vigorosa”. En el caso de los jóvenes de hasta 17 años, establece que “inviertan como mínimo 60 minutos diarios en actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa”.
Frente al coronavirus, la industria del deporte, así como los deportistas, se enfrentan a una novedosa y desconocida situación. Varios estudios han demostrado el impacto positivo del deporte en el sistema inmunológico. Además, explican que las personas físicamente activas tienen menos probabilidades de reportar síntomas de enfermedades respiratorias superiores.
En definitiva, dejan claro que la práctica deportiva supone una barrera frente a este virus u otras infecciones víricas. Sin embargo, ¿cuál es el inconveniente? Que la pandemia ha provocado que adoptemos medidas preventivas, así como diferentes restricciones.
Medidas para gimnasios y salas fitness
Pero la gran duda para las personas con vida activa es, ¿son los espacios dedicados a la práctica deportiva establecimientos seguros frente al coronavirus?
Con el actual panorama de riesgos sanitarios, se ha cuestionado la seguridad e importancia en el gimnasio y la sala fitness dado que al ser espacios cerrados, la propagación de COVID-19 puede ser mayor. Sin embargo, el riesgo es mayor para aquellas personas cuyo ritmo de vida sea sedentario.
Es por esta razón que el sector deportivo y del fitness se han visto obligados a tomar medidas, adaptarse y desarrollar estrategias que permitan la vuelta a la normalidad con total seguridad.
La existencia de salas fitness hace posible la realización de actividades deportivas con la ventaja de que no es necesario un horario. Esto permite la creación de rutinas más flexibles, y por tanto, más seguras de cara a la época COVID.
Un buen ejemplo es Inacua, marca que gestiona centros deportivos. Entre sus opciones vemos gran cantidad de actividades deportivas en múltiples centros, contando además con una programación semanal en streaming.
Para ello, en los centros deportivos se llevan a cabo controles de temperatura a la entrada de los centros, procesos de desinfección continua de materiales, que mejoran la higiene del establecimiento, y limitación de aforo, con tal de asegurar las distancias de separación. Además, es imprescindible la ventilación como mecanismo de renovación de aire, entre otras medidas.
En el caso de realizarse por grupos, la actividad física debe llevarse a cabo en pequeños subgrupos, donde existirá distancia entre sus componentes.
Por su parte, el personal deberá seguir y garantizar el cumplimiento de estas medidas anti COVID-19 que brinden a los usuarios una estancia segura y de calidad. En el caso de los usuarios, así mismo deben cumplir con las normativas establecidas para evitar la existencia de brotes.
Como vemos, los establecimientos deportivos y el hábito de practicar ejercicio comienzan a cobrar mayor importancia en esta época marcada por la incertidumbre debida a la amenaza sanitaria del COVID-19 y las diferentes medidas preventivas.
