
Os he ido contando en estas semanas un poco sobre mi vida y mi trayectoria en el mundo de la halterofilia y la alta competición. Hoy voy a intentar explicar cómo nació en mí el amor por este deporte.
Mi pasión, la halterofilia
Siempre he sido muy competitiva. Tanto en clase como en los juegos con mi hermano nunca daba el brazo a torcer, algún coscorrón me ha valido a veces tanta terquedad…
Cuando empecé a entrenar en halterofilia comprendí que esto es lo que quería hacer y, a medida que fue pasando el tiempo, cada vez me encontraba más enganchada a este deporte. Mi sensación de bienestar al acabar de entrenar era indescriptible, la sensación de superación día a día, competición a competición, fueron forjando en mí unos valores por los cuales ya me sentía atraída. Estos se reafirmaron cada vez más en mi interior a medida que iba pasando el tiempo.
Valores como la humildad, superación, disciplina, sufrimiento, entrega, constancia, ilusión, amor por el trabajo bien hecho, son la combinación perfecta por la que luchar y levantarse con constancia y entrega al entrenamiento diario.
Todos estos valores han forjado en mí mi carácter. A día de hoy no podría vivir sin practicar este deporte.
¡GRACIAS!
Y hay que estar enamorado de la halterofilia para aguantar al alto nivel. Yo estoy enamorada, obsesionada y loca por ella. La superación que produce levantar por encima de tu cabeza pesos que creías imposibles tiempo atrás es algo indescriptible hasta que lo pruebas. (Os invito a probarlo)
La sensación de cansancio después de entrenamientos mortales de más de 600 repeticiones por semana al 80%, se alivia con la satisfacción que produce este. A veces incluso es sorprendente lo que llega a hacer el cuerpo humano. Y lo más bonito del deporte individual es que luchas tú contra ti mismo. Emma contra la cabeza de Emma. El cuerpo cansado de una semana intensa todavía puede dar más. Siempre se puede dar más.
La verdad es que la halterofilia me ha dado confianza. Soy María Emma López Crespo y a día de hoy puedo con todo lo que me pongan, en todos los sentidos de la vida. (Quizás comerme una empanada berciana entera me lleve un par de días, pero se hará)
Estoy orgullosa de como soy, de mis valores marcados y de mi carácter. Estos valores y forma de pensar se pueden trasladar a todos los ámbitos de la vida. Si tienes en mente un proyecto, dale forma. Si quieres sacarte una carrera, estudia. Si te gusta alguien, demuéstraselo.
El mayor error es quedarse parado, esperando y conformándote.
Si algo he aprendido a lo largo de mis 22 años de edad (y lo que me queda por aprender) es que hay que mover el culo y empezar ya a lo que sea ¡EMPIEZA!
Yo he llegado hasta aquí y me siento muy orgullosa de ello. Pero sé que todavía queda mucho por dar. A pesar de las zancadillas, voy a seguir luchando y no para demostrar a nadie lo que valgo; si no para demostrarme a mi misma de lo que soy capaz.
Sin prisa, pero sin pausa, creo que esa es la forma de andar este camino.
La base principal es la ilusión y de eso estoy llena, os lo aseguro.
Gracias por leerme.
Espero traspasaros un poco de mi energía.
Un saludo. Emma.
